Los taqueros ajustan su cubrebocas para enfrentar una nueva realidad. En medio de letreros con recomendaciones sanitarias y mesas que guardan una importante distancia entre ellas, los trabajadores de las taquerías esperan pacientes a que los comensales lleguen a degustar uno de los platillos más emblemáticos de la comida mexicana.
Sin embargo, en estos momentos, en un buen día se cobran entre cinco y siete comandas con un ticket por debajo de lo habitual.
Hasta antes de la pandemia, los propietarios de taquerías cubrían sin problema el salario de sus trabajadores, el pago a los proveedores y lograban ganancias para mantener a sus familias.
Hoy, el panorama es desolador, pues sus ventas cayeron en promedio entre 80 y, en el peor de los casos, 95 por ciento. Un duro golpe para un sector conformado por 139 mil 150 unidades económicas, de acuerdo con el Directorio Estadístico Nacional del Inegi.
Los tacos son fáciles de encontrar en cualquier esquina de este país a precios muy accesibles y de distintos tipos.
Tan es así que existe una taquería por cada mil 039 habitantes y al año la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) estima que se preparan más de 22 millones de toneladas de este manjar.
Además, de los gastos fijos, los propietarios deben absorber el costo adicional de sanitizantes y la remodelación de sus negocios, con el objetivo de cumplir con los requisitos de las autoridades.
También viven una complicada situación por el incremento de los precios de insumos, que cada vez son más difíciles de comprar como la cebolla, el limón, la carne de cerdo y las tortillas, por el contrario, ellos no pueden realizar ajustes tan drásticos a los comensales por temor a perderlos.
Reporte Índigo
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