CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Jueves 16 de marzo de 2023
El fentanilo lleva varias semanas ocupando importantes espacios en los medios informativos mexicanos, pero sobre todo en los de Estados Unidos, debido, fundamentalmente, a la muerte diaria de miles de personas en el vecino país del norte por su adicción a dicha sustancia.
Sin embargo, la droga se tornó en ingrediente del discurso impugnativo hacia la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, proveniente desde ámbitos políticos de la nación gobernada por Joe Biden. A su vez, López Obrador ha proferido infinidad de insultos y contraargumentos, dirigidos hacia el norte, aunque cabe subrayar que la coyuntura le sirvió para envolverse una vez más con la bandera nacional, dizque en contra de las intromisiones de políticos estadounidenses en México. López Obrador y su círculo rojo proyectaron la idea de que ya hay una invasión norteamericana, lo cual seguramente repetirán el sábado en la Plaza de la Constitución.
El presidente mexicano ya no siente lo duro, sino lo tupido a partir de fuertes cuestionamientos de conocidos legisladores estadounidenses, republicanos y demócratas, pero también a través de pronunciamientos emitidos por Antony Blinken, secretario de Estado de EE. UU. Aquí debo precisar que cualquier posición adoptada por Blinken de manera oficial, de cara al resto de países del mundo, es como si la estuviéramos escuchando en boca del presidente Biden. El secretario de Estado no se maneja por la libre, como tampoco lo hace el embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar.
Dentro del contexto de una visita realizada a la Unión Americana por el canciller mexicano Marcelo Ebrard para responder lo que el gobierno mexicano considera una intromisión de miembros del Partido Republicano en asuntos solo inherentes a México, Blinken difundió un extenso comunicado donde confirmó la postura del gobierno de Joe Biden en torno al narcotráfico en México, con el fin de que se fortalezca la coordinación bilateral contra el flagelo.
Hasta ahora, la Casa Blanca se ha proyectado moderada y/o silente hacia las políticas públicas mexicanas contra el fentanilo, por citar solo una droga, pero el discurso emanado ahora desde Estados Unidos hacia México le generó a López Obrador otro grave problema de imagen, con mayor deterioro a la investidura presidencial, de por sí vulnerada por múltiples factores.
Son reiteradas las expresiones de sectores políticos y empresariales de Estados Unidos en contra de AMLO, pues consideran que su gobierno no ha hecho lo suficiente para combatir a los cárteles de las drogas. Hay quienes aseguran, en la multicitada nación del norte, que AMLO protege a los cárteles. Así las cosas, los legisladores republicanos y demócratas propusieron la emisión de una ley para catalogar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas, lo cual, en casos extremos, permitiría la incursión de tropas estadounidenses en territorio mexicano para combatir, por ejemplo, el tráfico de fentanilo. López Obrador y sus más cercanos colaboradores pegaron de gritos. Marcelo Ebrard dijo que una operación de tal envergadura se realizaría “sobre su cadáver”.
Y zas, zas, zas, zas. Mucha verborrea de ida y vuelta. Pero este miércoles el presidente López Obrador planteó la necesidad de buscar alternativas para sustituir al fentanilo, para fines médicos, por otros analgésicos. “Aunque tenemos el control -que antes no se tenía sobre el ingreso de fentanilo con usos médicos- de todas formas, al estar prohibido, ya no habría ninguna posibilidad de que pudiese importarse y lo sustituimos con otros analgésicos. A ver si esto es viable, con el compromiso de que todo lo que entre de manera ilegal y por contrabando va a seguir siendo combatido”, indicó.
Me parece que López Obrador, en la mañanera de ayer (sus dichos no fueron suficientemente claros), se refirió a los precursores del fentanilo ilegal, el que es utilizado por el narcotráfico y se vende por doquier en las calles de importantes ciudades estadounidenses. Es el que ha hecho millonarios a cárteles de las drogas mexicanos, pero también a grupos criminales de la vecina nación del norte.
LEGAL E ILEGAL
El fentanilo para uso médico, que inclusive se vende en farmacias bajo estricta normatividad a precios elevados, es un poderoso opioide sintético, aprobado incluso por la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de EUA). Se utiliza hoy en día para tratar el dolor intenso relacionado con cirugías o condiciones de dolor complejas (en enfermedades terribles que hacen sufrir sobremanera a quienes las padecen). Este fentanilo es equiparable a la morfina, siendo adictivos con un mal manejo.
Pero el uso que se le da a otros opioides fabricados ilegalmente deriva en la elaboración clandestina de fentanilo, mismo que se llega a mezclar con la heroína y la porquería que se vende como cocaína (ya no existe hoja de coca). De este fentanilo se desprenden las miles y miles de muertes diarias en Estados Unidos, así como la elaboración de miles y miles de pastillas en laboratorios sobre territorio mexicano. Este es el quid del asunto. El año pasado se reportaron alrededor de 150 mil decesos por sobredosis de drogas en territorio norteamericano, en su mayoría víctimas del fentanilo introducido y comercializado en el vecino país del norte por los cárteles mexicanos, sí, esos que operan libremente en ciertas regiones de nuestro país.
Cuando lo receta y vigila un médico, el fentanilo se puede administrar en forma inyectable, mediante un parche que se coloca sobre la piel, o se ingiere en forma de pastillas que el paciente disuelve en la boca como si fueran píldoras para la tos. El fentanilo ilegal se vende en forma de polvo, vertido en gotas sobre papel secante, en envases de gotas para los ojos, rociadores nasales o en pastillas parecidas a las de otros opioides recetados. Algunos narcotraficantes mezclan este fentanilo con heroína, cocaína o metanfetaminas. Lo hacen porque una cantidad muy pequeña de fentanilo causa un estado de euforia y placer a menor costo. El problema se torna grave cuando hay sobredosis. Y ahí están las miles de muertes diarias.
En Estados Unidos el fentanilo se vende ilegalmente bajo los siguientes nombres: «Apache, China Girl, China White, Dance Fever, Friend, Goodfellas, Jackpot, Murder 8 y Tango & Cash». Pero en cuanto al fentanilo con uso estrictamente médico, su fórmula es C22H28N2O y su nombre químico puede ser mencionado como citrato de N-(1-fentanilo-4-piperidil) propionanilida. La síntesis de fentanilo se realiza en cuatro etapas, partiendo como base de una molécula de clorhidrato de 4-piperidiona. Etcétera. Hay varios fármacos de patente en las farmacias, cuyo componente principal es el fentanilo.
Respecto al fentanilo a manos de narcotraficantes, se elabora imitando pastillas legales, pero contienen sustancias químicas diferentes. Lo del veneno para ratas, ácido muriático y acetona no es broma.
La propuesta de López Obrador para sustituir el uso médico de fentanilo por otros analgésicos deberá ser ampliamente analizada por la comunidad científica y la industria farmacéutica, tan odiada por el mismo presidente de la República. En lo personal me parece que la iniciativa no pasará de ser una ocurrencia más del macuspano. A ver.
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