CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Martes 28 de febrero de 2023
El mismo día en que los organizadores anunciaron la realización de la concentración de este domingo (26 de febrero de 2023) a favor del Instituto Nacional Electoral (INE), advertí la actitud que asumiría el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador. Escribí que el macuspano se burlaría de todos, sin excepción, buscando agredirlos y menospreciarlos durante la conferencia de prensa mañanera del día siguiente. Y no me equivoqué.
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No repetiré los insultos y descalificaciones externadas por AMLO, porque su discurso es de sobra conocido entre quienes, más o menos, se interesan por la vida pública nacional y el desenvolvimiento cotidiano de sus más destacados miembros. Sin embargo, en incontables columnas he advertido que los larguísimos sermones no están enfocados a ellos (políticos, periodistas, empresarios, analistas, partidos, intelectuales, etcétera), sino hacia la clientela electoral del partido Morena. Ahí es donde López Obrador siempre ha buscado impactar, ridiculizar y endilgar mentiras a sus más recalcitrantes opositores. Es un discurso de odio, capaz de incendiar comunidades enteras. La verborrea se dirige a despertar el estado emocional de quienes la escuchan.
Antes de continuar deseo darle mayor fundamento a la columna de hoy.
Hurgando en la internet encontré un valioso ensayo del politólogo Francisco Fernández García, titulado “El menosprecio y la burla como armas de ataque en el debate electoral. Caracterización funcional y configuración discursiva”, difundido en 2015 por un blog de la Asociación Internacional para los Estudios de la Comunicación en Español (filial de la sueca EDICE), dedicada a la divulgación de trabajos de investigación en ciencias sociales. Más adelante les proporcionaré el link para consultar el ensayo completo, del cual saqué algunas ideas para confirmar que López Obrador, efectivamente, se burla a diario de sus adversarios como una estrategia electoral. Su objetivo, insisto, siempre ha sido calar hondo entre su base clientelar, esa que está empadronada en los programas sociales de la Secretaría de Bienestar. Ahí es donde se genera la animadversión hacia los oponentes a la denominada Cuarta Transformación.
Escribió el maestro Fernández García, aplicando su análisis al debate electoral español de 2011, pero que aplica al caso mexicano:
“Nuestra propuesta analítica se estructura en torno a tres ejes:
A) Las estrategias funcionales de las que se sirven los oradores para atacar al adversario (es decir, qué hacen los oradores cuando atacan al rival; por ejemplo, acusarle de mentir o burlarse de él).
B) Los mecanismos lingüístico-discursivos que utilizan para implementar dichas estrategias (es decir, a través de qué medios lo hacen; por ejemplo, sirviéndose de recursos de intensificación léxica o de enunciados irónicos). y…
C) Las repercusiones sociales que tales ataques tienen desde el punto de vista de la descortesía lingüística (es decir, qué consecuencias tienen los ataques, en qué aspectos específicos atentan contra la imagen social del rival).”
Pareciera como que el investigador, cuando redactó su trabajo, conocía a plenitud al ahora presidente mexicano.
Por ejemplo, indica que “una de las estrategias más usadas por los candidatos (en general y también en nuestro debate) es la de contradecir al rival, llevarle constantemente la contraria; y un mecanismo utilizado con cierta frecuencia para ejecutar dichas réplicas es la interrogación retórica (aunque, evidentemente, la estrategia de contradecir al rival puede ser implementada mediante otros muchos mecanismos y la interrogación retórica, por su parte, puede ser utilizada en la ejecución de otras estrategias).”
A continuación van algunas estrategias empleadas por los políticos, con el objetivo de ganar rentabilidad electoral:
1.- Asociar al adversario con hechos (proyectos, valores, comportamientos, etc.) negativos. El domingo y en la conferencia mañanera de este lunes abundaron los mensajes asociando a los organizadores de la concentración dominical con el tristemente célebre Genaro García Luna y con quien fuera su superior jerárquico en el sexenio 2006-2012: Felipe Calderón. Entre los cientos de textos publicados por el sector oficialista en redes sociales predominó una idea: se trata de una narco-marcha y sus organizadores están vinculados con la delincuencia.
2.- Criticar (o mostrar el fracaso de) sus ideas, acciones, etc.
3.- Decirle que está equivocado, mostrar desacuerdo, contradecirle, acusarlo de ignorancia, incompetencia o inacción.
4.- Criticar su comportamiento discursivo.
5. Atacar la credibilidad del adversario.
6.- Afirmar que carece de credibilidad. Hoy en México solo la palabra del presidente vale; las demás voces deben ser asociadas con ladrones y corruptos.
7.- Acusarlo de mentir (faltar a la verdad, etc.).
8.- Acusarlo de ocultar la verdad o esconder intenciones aviesas.
9.- Tacharlo de contradictorio o incoherente, poner de relieve sus contradicciones o incoherencias.
10.- Marcar las distancias con el adversario y mostrar su inferioridad.
11.- Hacer manifiestas las diferencias que los separan.
12.- Hacer patente su aislamiento.
13.- Menospreciarle, mostrarle indiferencia.
14.- Burlarse de él, ridiculizarle. Casi toda la conferencia mañanera de este lunes tuvo este sello, aunque AMLO se burla de sus adversarios casi a diario.
15.- Invadir el espacio del adversario, ponerle obstáculos.
16.- Desvelar hechos que le incomoden.
17.- Hacer patentes las carencias de sus argumentos.
18.- Instarle a (o presionarle para) que haga (o deje de hacer) algo.
Tomando como base la investigación aludida, inferimos en que el hombre nacido en Macuspana, Tabasco, a diario se almuerza a sus críticos y adversarios, lo que debe causarle profundo placer, una esencia de vida. Es un experto en burlarse de y ridiculizar a todo aquel que ose cuestionar a su gobierno.
Conclusión: el menosprecio y la burla son las principales armas de ataque para AMLO y, desde luego, para quienes son los principales exponentes del “morenismo”. A diario escuchamos, vemos y leemos “acciones de contradecir y de criticar al adversario”, aunque lo mismo hacen quienes anhelan quitar de la presidencia a López Obrador para ponerse ellos. Esa película la hemos visto durante muchísimos años. Sin embargo, la actual polarización, generada a partir del discurso presidencial, consiguió una peligrosa inestabilidad social, la cual pudiera desencadenar un estallido de violencia en 2024 si las elecciones presidenciales no favorecen a tal o cual candidato o candidata.
Link con el ensayo original y completo:
file:///C:/Users/memoc/Downloads/212-Texto%20del%20art%C3%ADculo-1150-1-10-20211104.pdf
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