CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Martes 6 de junio de 2023
Un año y cuatro meses le quedan al periodo presidencial de Andrés Manuel López Obrador. Como ya lo mencioné en una columna anterior, no terminará el 30 de noviembre de 2024 para entregar el Poder Ejecutivo federal a su relevo, como sucedió en el pasado, sino el 30 de septiembre del mismo año. Así las cosas, el próximo 1 de octubre López Obrador iniciará su sexto y último año de gestión administrativa. Igualmente, el último día de septiembre de 2024 concluirá el mandato de Cuauhtémoc Blanco como titular de Ejecutivo en Morelos.
Si volteamos la mirada hacia el 1 de diciembre de 2018, cuando AMLO tomó posesión, percibiremos que el tiempo ha transcurrido demasiado rápido. Se nos fue entre las manos, como agua.
Sobre tal escenario, el presidente está quedando a deber infinidad de promesas hechas en la Plaza de la Constitución de Ciudad de México, al convertirse en primer mandatario de la nación y comandante supremo de las fuerzas armadas. Uno de muchísimos ejemplos es la conversión del sistema de salud pública, “mejor que el de Dinamarca”. Cualquier usuario de las instituciones médico-hospitalarias del gobierno mexicano puede confirmarlo. IMSS, ISSSTE y demás organismos oficiales, siguen en decadencia.
López Obrador no concluirá su gobierno el primero de diciembre de 2024 debido a que así se estableció en la legislación electoral reformada el 10 de febrero de 2014. Dicha modificación fue aprobada al considerar que la duración de la transición gubernamental restaba eficacia a las acciones del gobierno siguiente e impedía al nuevo presidente incidir de manera decisiva en la confección del Paquete Económico para su primer año de mandato. Aquí es importante comentar que la elección presidencial será el domingo 2 de junio de 2024. Al 6 del mismo mes y año (fecha de hoy) ya sabremos quién gobernará México en el siguiente sexenio. Cuatro meses después, el macuspano entregará la banda presidencial a su relevo.
El preámbulo anterior me sirve para entrar al tema de hoy, relacionado con el futurismo político-electoral cada día más creciente en todos los partidos. Todo se relaciona con la Teoría de Juegos, la cual es un área de matemática aplicada que utiliza modelos para estudiar interacciones en estructuras formalizadas de incentivos (“juegos”). La teoría es muy útil para la economía y contribuye a comprender más adecuadamente la conducta humana frente a la toma de decisiones. La Teoría de Juegos, por lo tanto, es una herramienta socorrida por quienes hacemos ejercicios prospectivos y aplicamos, además, la teoría de escenarios. Todo, absolutamente todo, tiene como base EL TIEMPO.
Alguna vez le escuché decir a mi inolvidable amigo y enorme político morelense Marcos Manuel Suárez Ruiz: “Mi vida la voy construyendo por trienios y sexenios”. Se trataba, pues, de un político profesional. Y como el 1 de septiembre próximo comenzará el proceso electoral constitucional federal, ¡esto urge, señoras y señores! El tiempo se diluye en nuestras manos de manera vertiginosa.
Tomando como base recientes encuestas cuyo objetivo, a estas alturas del juego, es medir las preferencias electorales (si los comicios fueran hoy, etcétera), sin temor a equivocarme puedo asegurar que el Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), es decir el partido de López Obrador, ganará la Presidencia de la República, con cualquiera de las corcholatas de sobra conocidas. Las “oposiciones” (así les llamaba Marcos Manuel) son auténticos desechos. Tres partidos, PRI, PAN y PRD, están haciendo agua en su aspiración de conseguir un candidato electoralmente rentable. Y alguien en Palacio Nacional emite estridentes carcajadas.
En Morelos el partido Morena también lleva mano.
Van entonces los nombres de quienes podrían ser el candidato o la candidata morenista a la gubernatura por el partido guinda: el ex senador Rabindranath Salazar Solorio quien, según mi óptica, es el candidato “natural”; Juan Salgado Brito, coordinador de Enlace de la Dirección de Operación y Evaluación del IMSS; Víctor Aureliano Mercado Salgado, actual coordinador de asesores de la Oficina de la Gubernatura; Margarita González Saravia, directora general de la Lotería Nacional; Lucía Virginia Meza Guzmán, senadora por Morelos; y Juan Ángel Flores Bustamante, presidente municipal de Jojutla. Cualquiera de ellos y ellas se levantará con el triunfo la noche del domingo 2 de junio de 2024.
En el PRI no veo a un prospecto más fuerte que al senador Ángel García Yáñez, quien es de los cuadros priístas realmente populares. En el PRD no pasa nada todavía. En el PAN solo se observa al alcalde de Cuernavaca, José Luis Urióstegui Salgado. En el Partido Movimiento Ciudadano a la diputada federal Jessica Guadalupe Ortega de la Cruz. En el PT a la diputada local Tania Valentina Rodríguez Ruiz. En Nueva Alianza al diputado local Agustín Alonso Gutiérrez. Y pare usted de contar.
Atención: sin cohesión y un arduo trabajo preelectoral, a Morena se les colará Urióstegui Salgado, si es que PAN, PRI y PRD logran crear en nuestra entidad un frente realmente opositor. Ya lo dijo alguna vez el alcalde de Jojutla, Juan Ángel Flores Bustamante: con la sola marca (Morena) no ganamos. Y recomendó unificar fuerzas en ese partido.
Además, debo recordar que en las elecciones de 2021, cuando Urióstegui era candidato a presidente municipal de Cuernavaca y su principal adversario, por Morena, lo era Jorge Argüelles Victorero, la corriente “rabinista” no respaldó al ex diputado federal y promovió el voto a favor del ahora edil cuernavacense. Eso mismo podría suceder si Morena se topa con una escisión.
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