CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta
Martes 21 de marzo de 2023
A más de cuatro años de iniciada la administración federal presidida por Andrés Manuel López Obrador, y a un año tres meses de que se desarrolle “La Madre de Todas las Elecciones” (el 2 de junio de 2024), todo parece indicar que el macuspano comenzó su natural declive, lo cual se hará más evidente luego de que se designe al candidato o a la candidata del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) a la presidencia de la República. La supuesta encuesta de la cual emergerá el personaje definitivo, al parecer, se llevará a cabo en septiembre venidero. Habremos de estar pendientes y aquí lo comentaremos. El mismo procedimiento electivo de Morena se aplicará en noviembre en Morelos.
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A juzgar por las apariencias, parece haberse iniciado el descenso sexenal del presidente de la República en turno, tal como lo hemos visto durante las pasadas cinco décadas con infinidad de antecesores de AMLO. Sin embargo, el propio presidente aceleró el proceso en torno al “tapado” (o “corcholatas”, como guste usted llamarles), dentro de un contexto partidista, el de Morena, donde propios y extraños se están dando hasta con la cubeta en “la madre de todas las luchas fratricidas”. Para colmo, los ánimos están crispados sobre cualquier sitio hacia donde usted enfoque su mirada.
El discurso de odio emanado a diario desde Palacio Nacional está dando frutos. No solo se trata de una acción separatista de carácter ideológico. No. Hoy en día existe la creciente repulsa entre todos los estratos sociales de México (balcanización), mientras los tiempos electorales constitucionales se encuentran a la vuelta de la esquina. Nada bueno se avisora en el horizonte.
Obviamente, el deterioro de la figura presidencial tenía que presentarse, tarde o temprano. Y a partir del pasado fin de semana, cuando AMLO demostró quizás por última vez su “músculo” y la capacidad de movilización (demasiado costosa) para llenar la Plaza de la Constitución de la Ciudad de México, los morenistas-morenistas (no los obradoristas), así como millones de mexicanos antagonistas a la denominada Cuarta Transformación, parecen haber sacado la casta frente al decreciente predominio presidencial.
Aquí deseo recordar la antigua expresión “tigre de papel”, aplicable a algo que aparenta ser una amenaza, pero que en realidad es inofensivo.
Mao Tse-Tung, el singular líder chino, utilizó ese término en una entrevista concedida a cierta periodista de Estados Unidos en 1956, para calificar al imperialismo de ese país. Mao consideraba que todos los reaccionarios y aquellos que incursionan en posiciones extremas eran “tigres de papel”. De acuerdo con Mao (quien encabezó la Revolución china a partir de 1949), esos tigres eran “superficialmente poderosos, pero propensos al desmoronamiento repentino”.
Osama Bin Laden, uno de los peores enemigos de Estados Unidos (y del mundo), abatido durante la administración del presidente Obama (2011), utilizó esa frase para definir a la milicia estadunidense:
“Nosotros tenemos la religión, tenemos el Islam. Puede que el soldado americano tenga las mejores armas del mundo, pero en su interior hay un vacío espiritual; es un tigre de papel”.
Donald Trump era un tigre de papel. En efecto, los primeros días de su gobierno se mostró como un felino feroz, enseñándole las garras y los colmillos a México… y al mundo. Pero esa impresión no fue la misma en enero de 2021, cuando ya nadie le temía.
Eso mismo le está sucediendo al hombre nacido en Macuspana, Tabasco. Poco a poco se multiplican, reagrupan y fortalecen sus adversarios políticos, de cara al proceso electoral que, teóricamente, debería iniciar el 1 de septiembre próximo. El Plan B de la reforma electoral movió la fecha a inicios de noviembre del año en curso, que, sin embargo, podría mantenerse si esos cambios legales son frenados en la SCJN.
Conclusión: aquello de los “tigres de papel” ya puede aplicarse casi al ciento por ciento en nuestro vapuleado país.
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