Las calles de la ciudad de Jersón estaban ayer totalmente inundadas tras la destrucción el martes de una gran presa hidroeléctrica ubicada a unos 70 kilómetros de distancia, en la línea del frente entre Kiev y Moscú, que hasta ayer seguían culpándose mutuamente por el incidente.
Con niños a cuestas, perros en brazos y algunas bolsas de plástico con lo poco que pudieron rescatar de sus pertenencias, miles de ciudadanos abandonaban sus casas en busca de refugio, mientras los equipos de rescate buscaban con botes de goma a sobrevivientes en las zonas donde las aguas superaban la altura de una persona.
El fuego de artillería, entre tanto, no cesaba.
«Todas las habitaciones están bajo el agua. Mi refrigerador flota, el congelador, todo», explicó Natalia Korj, una vecina de 68 años, quien contó que tuvo que nadar para escapar de su domicilio.
«Estamos acostumbrados a los disparos (de artillería), pero una catástrofe natural es una auténtica pesadilla. No me lo esperaba», agregó la mujer, descalza y con las manos paralizadas por el frío, tras ser rescatada por los servicios locales.
La destrucción de la represa de Kajovka, en el río Dniéper, en una zona bajo control ruso, provocó inundaciones tanto en el área del país bajo el mando ucraniano, incluyendo Jersón, como en la controlada por Rusia.
En algunas zonas, el agua lodosa incluso había llegado a los techos.
«Nos quedamos sin casa.
El agua se la tragó por completo. Ya ni se puede ver la azotea», señaló Dmitri Melnikov, de 46 años, quien fue evacuado junto a sus cinco hijos.
El Alcalde de Kajovka nombrado por Rusia, Vladimir Leontyev, dijo que había siete personas desaparecidas pero que los primeros indicios indicaban que podrían seguir con vida. Las autoridades en las zonas de la región de Jersón bajo control ruso informaron de 900 habitantes evacuados tan sólo de Kajovka, 17 de ellos rescatados de techos de edificios anegados.
En total, cerca de 5 mil 900 personas habían sido evacuadas por autoridades de ambos bandos, mientras que 30 localidades estaban completamente inundadas: 20 bajo control de Kiev y 10 bajo control de Moscú.
Hasta ayer, no se tenía clara la causa del incidente. Tanto Rusia como Ucrania seguían culpándose mutuamente del ataque.
En su primera reacción pública sobre el suceso, el Presidente ruso, Vladimir Putin, lo calificó de una «salvajada» cometida por Kiev que provocará «un desastre ambiental y humanitario a gran escala», durante una conversación telefónica con su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan.
Por su parte, el Mandatario de Ucrania, Volodymyr Zelensky, acusó a Moscú de «destrucción deliberada» de la represa.
«Cientos de miles de personas se quedaron sin acceso normal a agua potable», informó en una publicación en Telegram.
Algunos expertos dijeron que podría tratarse de un accidente debido a los daños de la guerra y la falta de mantenimiento, aunque otros lo consideraban improbable y alegaron que Rusia podría haber tenido motivos tácticos militares para destruir la represa, en un intento por retrasar la contraofensiva de Kiev.
El caudaloso río Dniéper, que divide Ucrania en dos, forma la línea del frente de guerra en el sur.
El enorme embalse tras la presa era uno de los principales accidentes geográficos de Ucrania, y sus aguas regaban amplias zonas de una de las mayores naciones exportadoras de granos del mundo, incluida Crimea, arrebatada por Rusia en 2014.
«La magnitud de la catástrofe no se percibirá plenamente hasta los próximos días», declaró el jefe de ayuda de Naciones Unidas, Martin Griffiths, ante el Consejo de Seguridad de la ONU, en relación a una crisis en el suministro mundial alimentario.
Las aliados occidentales de Kiev acusaron que se trató de un ataque que ponía en peligro la vida de civiles, en una región ya asolada por la guerra.
La Casa Blanca afirmó que habrá «probablemente muchas muertes».
El Presidente francés, Emmanuel Macron, condenó ese «acto odioso» e informó del envío «en las próximas horas» de «ayuda para responder a las necesidades inmediatas» de Ucrania.
Por su parte, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, anunció una reunión de coordinación de los servicios de rescate para hoy, con el Ministro ucraniano de Exteriores, Dmytro Kuleba, por videoconferencia.
Hasta anoche, no había reporte de personas fallecidas. Pero muchas personas estaban preocupadas porque no hallaban a sus familiares o habían dejado atrás a sus mascotas. Muchos se rehusaban a abandonar sus casas, pero la catástrofe no les daba otra opción.
«Estamos aquí desde que comenzó la guerra, sobrevivimos a la ocupación. Pero nos quedamos sin casa, sin trabajo, sin nada. No nos queremos ir, pero ¿qué podemos hacer?», comentó Dmitri, un residente de Jersón.
CON INFORMACIÓN DE EFE.
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