ANÁLISIS
Por Jorge Messeguer Guillén
Viernes 18 de noviembre de 2022
Impresionante la respuesta de cientos de miles de mexicanos y mexicanas a la convocatoria de la marcha que se llevó a cabo el domingo 13 de noviembre en más de 40 ciudades del país.
Acudimos al llamado en defensa de las instituciones electorales que nos hemos dado a lo largo de más de 30 años de lucha por vivir en un régimen democrático, donde podamos en la pluralidad, convivir en paz y con reglas claras.
Este proceso de construcción del andamiaje electoral se ha hecho sobre las experiencias obtenidas en los procesos electorales del 1988 al 2018.
De una elección en 1988 donde el secretario de gobernación, en funciones de máxima autoridad electoral, declaró la caída del sistema, hasta en la reciente elección del 2018 donde los votos le dieron el triunfo a López Obrador sin dejar duda alguna de la limpieza del proceso, a diferencia de lo que pasó en 2006.
El INE se ha consolidado como una institución autónoma que pertenece a todas y a todos los mexicanos, no es del gobierno y menos aún de algún partido político. Esta condición fue uno de los detonantes que hizo que miles de personas en todo el país salieran a tomar las calles y defender lo que es de todos.
El gobierno y su partido han tratado de vender su reforma electoral propuesta con las banderas de la austeridad, la democracia y la de acabar con los fraudes electorales. Nada más falso. La propuesta oficial haría más costosa la operación del INE; la elección directa de consejeros aparentemente es muy democrática, sin embargo, con el método propuesto, el resultado sería un consejo del INE controlado por el partido en el gobierno y por el ejecutivo, un retroceso de 30 años disfrazado de pueblo.
La convocatoria a la defensa del INE cundió de manera orgánica por todo el territorio nacional. En las principales ciudades la gente se organizó y salió a la calle a manifestarse. Por primera vez se rompió el centralismo de la capital. Fue una convocatoria de todas, de todos y de nadie en particular, ese fue su éxito. La gente se movilizó con sus propios recursos, dejando a un lado el miedo, con la voluntad de defender lo que ya hizo suyo, la democracia y la pluralidad.
El ambiente fue de civilidad, ante las provocaciones de algunos pequeños grupos, la gente reaccionó con altura y no cayó en provocación alguna. Las consignas eran a favor del INE y de la democracia, sin insultos, sin descalificaciones, el otro lado de la moneda.
En Palacio Nacional caló profundo la marcha nacional; la reacción fue como había sido en días previos, descalificando a la gente, insultando y hasta ilegalmente exhibiendo en pantalla a conocidos personajes que marcharon; como en los viejos tiempos del PRI-Gobierno, pero ahora sin miedo al ridículo.
El oficialismo ha convocado a una marcha presidida por el líder máximo y único del movimiento de regeneración para el día 27 de noviembre, en el marco del cuarto aniversario del actual gobierno. La marcha del poder.
La marcha oficial es en sí misma un intento de igualarse a la marcha ciudadana. Querrán los oficialistas igualar en número de asistentes, quizás lo logren con la movilización que harán con recursos del erario o del partido, llenarán el zócalo y dirán que todo el pueblo está con la 4T. Como aquellas manifestaciones de la CTM y otras organizaciones que, durante el régimen del partido hegemónico, marchaban el día del informe del presidente, quemando incienso al líder máximo heredero de la revolución mexicana. ¡Cómo añoran esos tiempos!
Afortunadamente somos un número muy importante de mexicanos y mexicanas que queremos conservar y avanzar en nuestra democracia. Ya lo demostramos. Sabemos que la democracia no se agota en las urnas de la jornada electoral. Entendemos la democracia como un estilo de vida, de convivencia, en donde el respeto a la pluralidad, la aceptación del que no piensa como nosotros, la igualdad de derechos, de oportunidades, de acceso a la educación, a la salud, a vivir en paz y con seguridad, son valores que se deben de promover todos los días, desde lo más alto de la cúpula gubernamental hasta en los más modestos espacios de convivencia social.
Queremos una autoridad que nos represente a todas y a todos, que no nos insulte por pensar diferente, que nos respete, para nosotros también guardarle el respeto que merece su alta investidura.
Los retos del futuro son muy grandes, hay que enfrentarlos con responsabilidad, respeto y tolerancia, así lo manifestamos este pasado domingo en las principales ciudades del país. Fue un llamado a la unidad, no a la división, no al enfrentamiento.
La marcha dejó en claro que la sociedad está por encima de partidos, de líderes opositores, del gobierno, de expresidentes, de grupos. Mucha sociedad para tan mezquino gobierno.
Tenemos una gran sociedad multicolor en este maravilloso país, ojalá lo entienda quien debe entenderlo.
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