¡EN ESTA SEMANA!
19 de octubre de 2020.
Eduardo Ángel Cinta Flores
Los aseadores de calzado, mejor conocidos como “boleros” (aunque a ellos parece no gustarles mucho el nombre), constituyen un oficio que se remonta al México de los años 30 y que hoy se enfrenta a una serie de dificultades para poder sobrevivir. La limpieza de calzado es uno de los trabajos más tradicionales en México. Fue un oficio que tuvo su apogeo en los 40, cuando los hombres solían pulir sus zapatos antes de ir a bailar, pues aquél con los zapatos más brillantes sería el afortunado ganador del corazón de una dama. Pero esta forma de vida se ha reducido drásticamente, pues los jóvenes de estos tiempos prefieren calzar tenis en lugar de zapatos.
En la actualidad un gran número de hombres trabajan como aseadores de calzado acreditados en la ciudad de Cuernavaca, conservando, en muchos casos, una tradición familiar, ya que este trabajo es desempeñado por personas cuya familia ha hecho esto durante años.
Si alguna vez has estado en el centro, habrás notado la presencia de estructuras de metal cubierta por una manta llena de publicidad del Nacional Monte de Piedad (la mayoría de las veces, aunque también puede tratarse de cualquier otra propaganda). Esa estructura de metal está compuesta por una silla cómoda, con un par de patas de acero para descansar los pies, mientras que una persona “acaricia” los zapatos de quien está cómodamente instalado en esa silla, con el fin de hacerlos brillar. Pero quiénes son los que llevan a cabo esa actividad, cómo llegaron allí, qué tanto les gusta su trabajo.
“No somos ‘boleros’: somos aseadores de calzado”, fueron las primeras palabras de Raúl Espinoza, un joven vestido con el uniforme pantalón negro y camisa blanca, ubicado frente a la entrada del edificio Bellavista, justo frente a los Acorazados de Mary.
Comentó que algunos aseadores de calzado hacen esto desde que eran niños: “hay compañeros que son aseadores desde hace más de 30 años”, acotó que algunos llegaron a este oficio por necesidad al no tener otra opción por falta de estudios
Hay quien siempre quiso trabajar en una empresa, llenó muchas solicitudes, ha estado esperando durante años a que le llamen, pero no ha sucedido, comentó muy alegremente Raúl quien por cierto es el mejor aseador de calzado de Cuernavaca.
Actualmente un aseador de calzado en el Zócalo gana en promedio 20 pesos por un par de zapatos y 40 por un par de botas. Agrega también que “antes los hombres eran los únicos que venían a lustrar sus zapatos, pero ahora con la liberación de las mujeres, ellas se sienten más cómodas sentadas aquí mientras yo limpio sus zapatos”.
Algunos limpiadores de calzado confiesan que las mujeres traen más zapatos que los hombres, botas especialmente, y que no hay un día especial donde los aseadores de calzado ganen más dinero, puesto que es un trabajo impredecible. Por ejemplo, Raúl, para él el día de pago es el mejor día, es decir, cuando 30 personas van a lustrar sus zapatos.
Al igual que cualquier otro trabajo, los aseadores de calzado tienen un horario bien establecido, pero las jornadas son largas y trabajan los siete días de la semana. Los horarios de un aseador de calzado varían en función del día y de la zona. De lunes a viernes generalmente comienzan entre 7 y 8 de la mañana, para terminar entre 5 y 6 de la tarde.
Ángel, un limpiador de zapatos muy joven, usando la típica bata azul, comenzó a lustrar zapatos hace dos años, a la edad de 15. Otro limpiador de calzado le enseñó el oficio en tan sólo dos semanas y aunque a Ángel le gusta su trabajo, está decidido a hacer otra cosa más adelante. La persona que lo enseñó también le dio la estructura de metal para que pudiera trabajar. Para él, los mejores días son martes y viernes, cuando puede obtener hasta 700 pesos. “En un mal día puedes ganar hasta 150 pesos”, comentó Ángel felizmente.
Para ser un aseador de calzado establecido es necesario contar con una licencia que permite trabajar en el zócalo; su costo es de 15 pesos mensuales; es decir, 180 pesos al año. El pago de esta cuota permite que los limpiadores de calzado se establezcan en un ese lugar, pero pretenden que la Unión de Lustradores de Calzado pueda en el año próximo obtener atención médica, becas para sus hijos, cursos de formación e incluso gastos funerarios.
También se puede ver limpiadores de calzado que llevan un cajón con todos sus materiales y están por todas las calles ofreciendo sus servicios. Y “aunque usted no lo crea” son aseadores de calzado piratas establecidos en el centro de la ciudad.
Si vives en Cuernavaca, asear el calzado es uno de los servicios que debes pagar al menos una vez en tu vida. Por curiosidad, por conocer un poco más acerca de estas personas o simplemente por tener un par de zapatos brillantes no deberías dejar de hacerlo. Mientras estos hombres -o incluso una mujer- lustran tus zapatos, puedes leer el periódico, fumar un cigarro o averiguar un poco más acerca de la vida de estas fascinantes personas, llenas de historias por contar.
El futuro de este oficio es incierto. Hoy, muchos jóvenes nunca han ido a lustrar sus zapatos, a pesar de que es todo un arte. Los aseadores de calzado toman en promedio sólo diez minutos en hacer que tus zapatos brillen como el oro y huelan incluso mejor que cuando eran nuevos. Cuando pensamos en aseadores de calzado, por lo general imaginamos hombres, pero ¿qué hay de las mujeres si los hombres no son los únicos responsables en dejar un par de zapatos relucientes?
Les dejo un saludo con afecto.
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