CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Viernes 2 de junio de 2023
El primero de septiembre de 2018 fueron instaladas la 64 Legislatura Federal y la 54 de Morelos. Tocante al caso de quienes integran la Cámara Baja del Congreso de la Unión, fue indignante ver casi a todos los mismos de siempre dentro de los grupos parlamentarios. Políticos, politicastros, politiqueros y politiquillos que se autonombran representantes populares, cuando a lo largo de muchos lustros incumplieron las promesas de campaña. No sé si a usted lo representan, pero a mí no.
Repito: igual escenario se repitió el primer día de septiembre de 2018 en el Congreso local, cuyos legisladores se estrenaron con discursos anquilosados y abultados catálogos conteniendo magníficos deseos, mientras la sociedad seguía y sigue de mal en peor. Ellas y ellos se pusieron sus mejores galas y a la postre llenaron el estacionamiento del multicitado espacio parlamentario con camionetas de lujo. Etcétera. Y el próximo viernes 1 de septiembre de 2024 iniciará el último año de esta legislatura, cuya principal característica ha sido, es y serán la simulación y el tráfico de influencias, obviamente disponiendo de cuantiosos recursos en esa gran Arcadia Financiera.
Antes de seguir es importante comentar que Arcadia, situada sobre el antiguo Peloponeso (al sur de Grecia), llegó a convertirse en un sitio mítico presuntamente por ser un lugar con ambiente utópico e idílico, donde pululaban las ninfas y otros espíritus de la naturaleza. Debido a su condición utópica, Arcadia nunca padecía penurias, pues los dioses la dotaban de todo lo imaginable. Así es el Congreso de Morelos: una ínsula de poder, separada del resto de la entidad, cuyos selectos miembros disponen de cualquier número de recursos, a diferencia de otras instituciones morelenses.
De la misma forma en que miles de servidores públicos no reditúan nada positivo a la sociedad, los legisladores tampoco lo hacen. Cada tres años nos ofrecen modernizar y perfeccionar el ya de por sí obeso marco jurídico morelense. Y no dudo que, mediante honrosas excepciones, así se haya hecho en legislaturas anteriores, aunque engrosando el número de leyes, reglamentos y códigos inservibles.
Aquí es importante subrayar que Morelos posee un marco jurídico obeso, obsoleto en su mayoría. Aquí tenemos la Constitución Política local, 46 leyes, 195 reglamentos de índole estatal, 60 reglamentos que rigen al Ayuntamiento de Cuernavaca (cada municipio tiene los suyos, contribuyendo a una mayor obesidad) y 11 códigos. Y no exagero cuando digo: muchísimos de esos ordenamientos sirven para maldita la cosa.
Por eso, al paso del tiempo, los legisladores de Morelos fueron acomodándose en sus ínsulas de poder, distribuyéndose los más importantes cargos y las abundantes prerrogativas dentro de las estructuras legislativas. Se confirmó la regla: “A mi pónganme donde hay”. Más de un diputado posee camionetas de lujo y, a estas alturas del trienio, ya pagaron las deudas que los aquejaban antes de 2018. Seguro habrá quienes se perfilan a la consolidación de su situación patrimonial mediante el consabido tráfico de influencias.
El problema para nuestra sociedad sigue siendo la simulación (equiparable a la corrupción) de quienes ocupan cargos de elección popular y de supuesta representación social.
Hasta el día de hoy, los legisladores se la han pasado en su zona de confort. Puro show, infinidad de foros y otro tipo de jaladas que no le sirven en nada a la sociedad de Morelos. Y nada de procedimientos legislativos realmente útiles. Hoy por hoy, los ámbitos parlamentarios, ya sean federales o estatales, constituyen auténticas arcadias financieras. Cada día de sesiones y cualquier actividad al interior del Congreso cuesta muchos millones de pesos, solo para acrecentar la basura legislativa. ¿Hay honrosas excepciones? Mmmm. Creo que puedo contarlas con los dedos de mi mano izquierda, pero ¿qué creen? Me sobraron dedos. Olvidaba decirles que casi la totalidad de los 20 ya anda tras el siguiente hueso, pues se acostumbraron a aplicar la máxima de Héctor “El Tlacuache” Garizurieta, gran periodista veracruzano: “Vivir fuera del presupuesto, es vivir en el error”.
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