ANÁLISIS
Por Jorge Messeguer Guillén
Viernes 25 de noviembre de 2022
Resulta que una turista que estaba de visita en la zona arqueológica de Chichén-Itzá, hace unos días decidió hacer caso omiso de la restricción que existe en torno a la pirámide del templo de Kukulcán, se saltó los cordones de seguridad y subió los 90 escalones de la pirámide hasta llegar a la plataforma del templo. Seguramente inspirada en aquella frase de que “no me salgan con que la ley es la ley”, de autor conocido.
Esta pirámide también llamada El Castillo, es muy conocida mundialmente y una de las más hermosas que tenemos en México. Justo aquella que cada equinoccio, en marzo y en septiembre, proyecta con su sombra el cuerpo de una serpiente formada por siete triángulos de luz y remata en la cabeza de piedra de la serpiente emplumada localizada en la base. Un fenómeno maravilloso que confirma el avance que alcanzó la civilización Maya en diversas materias como Astronomía y desde luego en Matemáticas, recordemos que ellos fueron los primeros que inventaron el número cero.
La zona arqueológica ha sido sede de grandes conciertos como aquel que se llamó “Voces en Chichén Itzá” con Luciano Pavarotti; entre los asistentes estuvieron los presidentes de México y de Estados Unidos, entre muchísimas personalidades.
Todo esto no le importó a esta buena señora que escaló por sus fueros la escalinata del templo. Los turistas que se encontraban en la zona se percataron y además de avisar a la autoridad que resguarda el sitio, empezaron a grabar con los teléfonos la acción de bajar a la trepadora de la pirámide a cargo de un hombre, supongo que encargado de la seguridad. En lo que el buen hombre subía con más miedo que decisión, la dama bailaba y gritaba a los cuatro vientos.
La gente se empezó a juntar en la base de la escalera para esperar a que bajara la susodicha. Al terminar su descenso, no se le vio ni por asomo algún gesto de arrepentimiento o de vergüenza, al contrario, su mirada desafiante y altanera.
La reacción de la gente fue muy dura, le gritaban “caárcel, caaárcel” y otros pedían “saa-crii- ficio, saaa—criii–ficioo”, tal vez por el entorno histórico en donde en alguna época remota se hacían este tipo de prácticas. “De una vez que le arranquen el corazón y se lo brinden a los dioses” gritaba una señora muy encabronada.
Las personas encargadas del sitio, no se ven más de dos o tres en las imágenes, se ve que la sufrieron mucho para sacar a la mujer de ese lugar y supongo que ponerla a disposición de las autoridades responsables, en este caso me imagino que por ser federal sería ante la FGR. No me queda claro que así haya sido.
En el trayecto se acercaban mujeres a jalarle los cabellos y a tirarle el coqueto sombrerito con buenos zapes a la cabeza de la intrépida trepadora, o también hombres jóvenes le lanzaban chorros de agua de sus propias botellas al tiempo de insultarla con vehemencia.
En los videos me sorprendió muchísimo ver una escena muy parecida a un linchamiento. De no haber sido por la señora que la llevaba medio protegida, quien sabe que le podría haber pasado si alguno de los vengadores de Kukulcán hubieran convencido al público indignado, de amarrarla, prenderle fuego, lanzarle piedras u otros objetos más densos que el agua de las botellitas del respetable.
La reacción de la gente me recordó aquellas imágenes de cuando un tráiler se vuelca en alguna carretera del país, y la gente de los alrededores corre al lugar del accidente no para ayudar, sino para saquear la mercancía que normalmente queda esparcida por el pavimento. Escenas de rapiña de una barbarie brutal.
En el caso de la mujer que subió a bailar y a gritar al templo Maya violando las restricciones que por conservación son indispensables, desató una serie de reacciones que más allá de la reprobación y rechazo natural, parecían más bien afloramientos de odios contenidos.
A partir del enojo colectivo, a ciertas personas les aflora lo irracional, se envalentonan, se parapetan y se esconden en el anonimato de lo que se va convirtiendo en una turba, para ir más allá de lo que se atreverían hacer en otras condiciones y sacar lo más bajo, lo más ruin que puede tener un ser humano, agrediendo con saña, rencor, venganza y odio.
“Yo también hubiera querido subir a la pirámide y no me atreví por respetar las reglas, tu sí lo hiciste y eso me hace sentir mal, por eso te lanzo agua, te jaloneo y si pudiera te haría más daño”. No lo sé, no tengo idea; es un tema que seguro lo habrán de estudiar especialistas en comportamiento colectivo, seguro que con estos videos pueden corroborar sus teorías.
Lo que sí es cierto es que algo no anda bien con nuestros valores compartidos como sociedad. Afortunadamente para la infractora, el incidente no pasó de una mojada y unos cuantos zapes y jaloneos. Hoy es conocida como Lady Chichén Itzá.
La pirámide que resguarda el templo de Kukulcán seguirá brillando y maravillando a la humanidad como testigo de piedra.
Logran bajar a Mujer que se subió a la Piramide en Chichen-Itza obstruyendo la ley, es detenida y la abuchean😱. pic.twitter.com/g0Cxoc9Q9V
— Fernando Salvador (@ferchavagil) November 21, 2022
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