CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Viernes 31 de marzo de 2023
Son muchos los gobernantes propensos a culpar a sus antecesores por los dislates cometidos durante sus respectivas administraciones, es decir en la administración en turno.
A continuación recordaré la fábula de “Las Tres Cartas”, que escuché por primera vez, hace muchos años, en voz del inolvidable ingeniero y abogado Marcos Manuel Suárez Ruiz, uno de los políticos más importantes que ha tenido Morelos. Puede ser aplicada a quien usted guste y mande, pero ilustra la inclinación de dignatarios (o gobernantes) de los tres niveles de gobierno (federal, estatal y municipal) por transferir responsabilidades a administraciones pasadas, aunque las decisiones, de pésimos resultados, se hubiesen tomado en las de ellos.
Erase un gobernante que, antes de terminar su mandato y tras haber fracasado por su impericia para tomar decisiones idóneas y de que la sociedad lo estaba sacando a empellones, aún en su investidura escribió tres cartas. Después de conocerse el nombre del ganador en la más reciente elección, el gobernante lo invitó a comer. Lo recibió con gran protocolo, le mostró todas las instalaciones, lo condujo a su espaciosa oficina y, después de degustar suculentas viandas, le entregó tres cartas.
Le dijo a su futuro relevo: “Ábrelas cuando no sepas qué hacer. Están numeradas en el orden en que debes hacerlo. Es mi legado y lo comparto solo contigo”.
El gobernante se marchó y el sucesor electo, extrañado por lo sucedido, tomó las cartas. Una vez que tomó posesión las colocó dentro del cajón central de su escritorio.
No había transcurrido mucho tiempo desde su ascenso al poder, cuando empezaron los problemas. En medio de los crecientes conflictos políticos y económicos, el gobernante no sabía qué hacer. Entonces recordó las cartas y tomó la número uno. Se trataba de una hoja que decía: “Échame a mí la culpa”. La desesperada expresión del gobernante cambió y le apareció en el rostro una gran sonrisa, pues había encontrado una excusa para salir del embrollo. Ese día agradeció a su antecesor aquella respuesta que él no pudo encontrar en tan delicados momentos.
Pasó el tiempo y se presentó otra crisis. Aparecieron hechos de corrupción, se desbordaron los conflictos económicos, las ciudades estaban levantadas a causa de la falta de servicios, el enfrentamiento del gobernante con la mayoría de actores políticos era incesante, etcétera. Estaba acorralado por los diputados de las “oposiciones”, quienes le exigían cambiar el rumbo. Y fue así cuando recurrió a la segunda carta, donde leyó: “Cambia a tu gabinete y culpa a tus subordinados”.
Sorprendido nuevamente, el gobernante no tardó en aplicar la recomendación de su antecesor. Tenía confianza de que así ampliaría su margen de maniobra, ganaría tiempo, salvaría algunas apariencias y las cosas mejorarían. Sin embargo, la situación no cambió según sus expectativas. Y en un periodo todavía más corto, se vio obligado a abrir la última carta. Esta vez, después de leerla, ya no sonrió. Solamente se recargó en su sillón mientras suspiraba. La carta decía: “Prepara tus tres cartas”.
Conclusión: la gran mayoría de gobernantes tiende a culpar, a quienes ya se fueron, de cualquier cosa que suceda durante sus administraciones. Pero esas argucias se agotan, como ya sucedió con quienes serán sustituidos en 2024, repito, en los tres niveles de gobierno.
(Visited 1 times, 1 visits today)