Por Guadalupe Loaeza GRUPO REFORMA
Octubre 16 de 2018
No hay duda que Cuauhtémoc Blanco cuenta con un historial negro. Desde que era muy joven y vivía en Tlatilco y Tepito, ya era un personaje polémico. Entonces ganaba 3 mil pesos al mes y era un personaje totalmente anodino. Una vez que alcanzó la fama y empezó a ganar más dinero como jugador de futbol, ni tardo ni perezoso se fue a vivir a Las Lomas y se compró una camioneta BMW. Como delantero de las Águilas, su cuenta bancaria cambió radicalmente, de pesos cambió a dólares.
Hay que decir que en el Mundial de Francia 98, el futbolista tuvo una muy buena actuación, sobre todo cuando anotó ese gol a Bélgica. A finales de ese mismo año su brillo comenzó a enegrecerse, Marisela Santoyo, su esposa, lo denunció penalmente debido a las lesiones y las amenazas de muerte del jugador. La madre de su primer hijo lo acusó de haberlo encontrado con una mujer en la recámara de su casa, junto con sus amigos. “Es alcohólico”, declaró la esposa ante las autoridades. Es cierto, Cuauhtémoc había salido de Tepito, pero Tepito no había salido de Blanco. Seguía igual de peleonero y bravucón no nada más contra su mujer, sino contra sus rivales, periodistas y fotógrafos. Todavía era más prepotente con las personas que habían sido muy fieles a lo largo de su trayectoria. Con sus compañeros era sumamente agresivo, no los bajaba de “naquitos”, de “monos”, de “jodidos” y, por añadidura, les recordaba que él ganaba mil veces más dinero que ellos. A los periodistas les decía: “que eran unos pinches muertos de hambre”. Lo malo es que de las palabras, pasaba a golpes. Así le fue al pobre del comentarista David Faitelson, a quien le diera una trompada, escondido en el vestidor. Cuánta falta de control, cuánto alcohol, cuánta prepotencia y cuántos complejos no superados.
Con Marisela Santoyo, Liliana Lago, Rossana Nájera, Galilea Montijo y Natalia Rezende, prácticamente con todas ellas Cuauhtémoc Blanco ha tenido familia, lo cual nos muestra su personalidad inestable, pero sobre todo, irascible. Su misoginia no tiene límites. En 2004, Blanco agredió a Virginia Tovar, la primera mujer que dirigía un partido de la Liga Mexicana, con una frase que lo pinta de cuerpo entero: “Mejor ponte a lavar trastes”.
No hay duda que el pasado negro de Blanco lo persigue en cada uno de sus actos. Bastó con que el exfutbolista ganara las elecciones de la alcaldía de Cuernavaca por el PSD, para que exclamara desde su ronco pecho: “¡Ya me los chingué!”. Con razón, el activista Javier Sicilia dijo que Cuahutémoc era una persona inestable, ignorante y violenta. Además agregó: “es un hombre que se calienta rápido y responde violentamente (…) no tiene sentido de lo que es la vida del bien común”.
Dicho todo lo anterior, nos preguntamos preocupados ¿por qué los morelenses votaron por Blanco, no nada más para Alcalde de Cuernavaca, sino ahora para Gobernador del estado de Morelos? Es evidente que la ola de Morena junto con López Obrador llevaron a Cuauhtémoc al triunfo por segunda vez.
Pero lo que también me llama la atención es que el Presidente electo apoye a un candidato con ese pasado tan negro en el cual aparece, además de todo su desprestigio, un supuesto contrato por 7 millones de pesos que presuntamente Blanco firmó para ser candidato del PSD. Y claro, él lo negó todo. Después de pedir quién sabe cuántos millones para el estado de Morelos, resulta que Blanco quiere conformar un nuevo partido político que se llame “México Blanco”.
Debido a la investigación que hice para escribir este texto y saber aún más sobre lo negro de Blanco, justo anoche tuve una pesadilla, una terrible pesadilla.
En mi sueño, escuchaba a lo lejos una voz aguardientosa que decía: “Si la gente me lo pide, sería Presidente de México en 2024”. Era Cuauhtémoc Blanco. No lo podía creer. Para colmo, también lo escuché decir: “México necesita políticos honestos, políticos preparados para satisfacer las necesidades de millones de mexicanos. Soy un hombre de visión amplia, que se propone muchos retos y que los termina cumpliendo”. En mi pesadilla, lloraba y lloraba a la vez que decía: “con todo lo negro que tiene Blanco no puede ser Presidente. ¡Pobre México!”. Fue tan real mi sueño, que desperté en la madrugada totalmente hinchada de la cara.
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