
Hay dos cosas en la vida que se pierden una sola vez, la primera la memoria y la segunda…… la segunda……
Así es amigos con el paso del tiempo las facultades físicas de una persona se van mermando y en ocasiones hasta se terminan.
No es fácil dar una definición sobre qué es el envejecimiento, aunque todos, de manera automática, bien por observarlo a nuestro alrededor o bien en nosotros mismos, tenemos conocimiento de su llegada.
El envejecimiento se ha definido como un proceso de deterioro donde se suman todos los cambios que se dan con el tiempo en un organismo y que conducen a alteraciones funcionales y a la muerte.
Nuestro cuerpo a lo largo de la vida va a sufrir unos cambios en todos sus órganos y sistemas que variará entre individuos y tendrá un diferente ritmo en un mismo individuo según la localización. Estos cambios serán morfológicos, es decir afectando a la estructura de los órganos, o funcionales afectando a la función de los mismos.
Con la edad a partir de los 50, se reduce la estatura aproximadamente 1 cm por década. Aparece la joroba proporcionando ese aspecto encorvado que ha ilustrado en ocasiones a la vejez.
Se manifiesta ese tronido en las articulaciones y el fuerte dolor al tratar de estirar la rodilla. Es cuando se descubre a la Glucosamina y al Piroxicam pero decimos que somos “crujientes”.
La piel pierde flexibilidad y elasticidad, aparecen las arrugas y las manchas en las manos.
El pelo puede perder las células productoras del pigmento melanina y aparecen las canas, así como su caída.
Con el envejecimiento se pierde masa muscular y por tanto se pierde fuerza y capacidad para tener máximas prestaciones físicas.
Mientras que la masa magra disminuye la grasa corporal aumenta redistribuyéndose sobre todo en el tronco.
Se pierde también masa ósea lo que favorece la aparición de osteoporosis y fracturas.
Los órganos internos disminuyen de tamaño y peso con algunas excepciones como la próstata. Con la edad se pierden papilas gustativas siendo especialmente llamativa la pérdida de la percepción del gusto para los sabores dulces.
Se produce una disminución de la capacidad para percibir los sonidos a causa de la degeneración del aparato receptor del oído interno en un fenómeno que se llama sordera del envejecimiento.
El cristalino pierde la capacidad de enfocar objetos cercanos a causa de la hipermetropía. Quienes lo padecen comienzan a tener problemas al leer las letras pequeñas del periódico, a una distancia normal.
Se produce un aumento en la rigidez de las arterias, con independencia de la enfermedad arteriosclerótica.
En el corazón es de destacar una pérdida de capa interna o íntima que controlan el aumento de la frecuencia cardiaca en respuesta al ejercicio. El funcionamiento del corazón no se modifica en reposo, pero si en los mecanismos de adaptación al esfuerzo.
Hay muchos otros cambios que con la edad se manifiestan: la pérdida de la dentadura; en el aparato digestivo, el aliento nos huele a centavo egipcio; en los pulmones, nos fatigamos constantemente; en los riñones; en el hígado; surgen los problemas en las defensas inmunológicas; aparecen tumores; vienen las alteraciones nerviosas por Alzheimer o la enfermedad de Parkinson; existe un enlentecimiento global de las funciones mentales. Así mismo la pérdida de memoria reciente o a corto plazo, también una disminución en la capacidad de aprendizaje fundamentalmente relacionada con trastornos de memoria de fijación, que es la que almacena la información.
Está conservada la memoria de evocación. La inteligencia no se altera en cuanto al cociente intelectual, aunque parece disminuida la inteligencia reciente innata conservándose la inteligencia a largo plazo adquirida. Lo que bien se aprende nunca se olvida.
Hasta en el “Yo interno” aparecen los cambios, acudimos al gimnasio para quitar la panza y el callo de la andadera pretendiendo obtener un cuerpo al que nunca se le dio mantenimiento físico; Miss Clariol nos acompaña cada quince días aunque el tono negro azuloso o el rojo cachirulesco del cabello delata su teñido y el bigote requiera de retoque cada tercer día al estar bicolor; una restirada en las arrugas no está por demás; cambiamos las gafas por lentes de contacto; ufanamente después de un extraordinario mañanero, le comentan a la pareja “ya ves que si funciono” cuando para obtener éxito en ese alto rendimiento se hayan expuesto a un accidente cerebro vascular al auto medicarse Viagra; en las damas aparecen atractivos que años antes no tenían.
Vemos a aquellos que, ante la presencia de una bella dama, se enderezan, meten panza y sacan pecho; o los que acosan sexual y laboralmente a sus secretarias siguiendo la costumbre de ser viejo rabo verde; o aquellos que despectivamente dicen “mira nada más que rib eye y en mi casa puro suadero”, sin ver en el espejo el estrago que el tiempo les ha ocasionado.
Todos estos atributos forman un caldo de cultivo excelente para que en un descuido por trabajo o social el contagio del COVID se presente con el riego de una fatalidad.
Diría la Güera a Audifax “que flojera vivir con un viejo”
Amigos la semana tiene siete días y ¡Gracias a Dios es viernes!
———— (Visited 1 times, 1 visits today)