Por Guillermo Cinta
Octubre 8 de 2018
Durante el sexenio del gobernador panista Marco Adame Castillo (2006-2012) y siendo Pedro Luis Benítez procurador general de Justicia, hubo tal concentración de cadáveres en el Servicio Médico Forense (Semefo) de la Zona Metropolitana (o sector central), que los gusanos provocados por la descomposición natural de esos cuerpos infestaban el área adjunta de expedición de cartas de antecedentes no penales.
Aquello significó una emergencia sanitaria en las instalaciones de la extinta Procuraduría General de Justicia, hoy denominada Fiscalía General de Morelos.
Cuando el asunto trascendió a través de los medios informativos, las autoridades dispusieron de los cuerpos hasta dejar liberado el Semefo. Sin embargo, nadie dijo nada porque prácticamente nadie se percató del lamentable hecho… o hubo quienes sí tuvieron conocimiento respecto al asunto y se hicieron los amnésicos. ¿En qué fosa común fueron a parar los cadáveres? Sepa Dios.
La crisis estalló el 14 de mayo de 2010, cuando había decenas de cadáveres acumulados en el Semefo. En torno al delicado problema, el corresponsal de El Universal, Justino Miranda, informó el 7 de julio del mismo año que la cámara frigorífica del Semefo operaba con apoyo de una máquina de cubos de hielo (Ideal) debido a un desperfecto en el termostato del depósito de cadáveres por una descarga eléctrica.
Agregó el periodista en su nota: “La situación sanitaria alcanzó en mayo niveles de preocupación por el cúmulo de cadáveres almacenados en el anfiteatro, debido a la creciente ola de violencia en la entidad (…) Entonces, el coordinador de Servicios Periciales de la Zona Metropolitana, Cuitláhuac Cardoso Méndez, aseguró que la falla en el frigorífico fue aprovechada para realizar experimentos de entomología, con las larvas o gusanos, para determinar el tiempo y el proceso de cuánto llevaban muertos (los cadáveres levantados)”.
“De por sí los cadáveres tienen larvas, estas se multiplicaron con el aumento de la temperatura y al momento de movilizar los cuerpos en sus bolsas, tres de estas se rompieron y las larvas cayeron al piso”, añadió Cardoso Méndez.
Es importante subrayar que en el manoseado caso de las fosas de Tetelcingo (Cuautla) se detectaron restos óseos de quienes fueron ultimados (¿o desaparecidos?) en tiempos del gobernador Adame Castillo. José Martínez Cruz, presidente de la Comisión Independiente de Derechos Humanos en Morelos, declaró que en el periodo adamista se reportaron mil 300 casos de desapariciones (Milenio).
Lo importante era, en la coyuntura de las fosas de Tetelcingo, la aplicación de la ley, cayera quien cayera, pero nada sucedió.
Quedó claro quiénes sacaron raja política de aquel delicado tema, entre ellos el ex rector Alejandro Vera Jiménez, quien se apresta a dirigir el Consejo Estatal de Ciencia y Tecnología por haberle hecho la barba a Cuauhtémoc Blanco, aunque traicionando en campaña al Partido Nueva Alianza, que lo proyectó como su candidato a la gubernatura.
Otro que sacó raja con el asunto de las víctimas fue Javier Sicilia, hoy ex aviador en la UAEM.
Todo lo antes escrito sirve para señalar lo que está acumulándose de nuevo en las instalaciones del Servicio Médico Forense del Sector Central de la Fiscalía General de Morelos: un chingo de cadáveres, muchos de ellos sin identificar y sin que puedan ser enviados a las fosas comunes como lo marca la ley, simple y sencillamente porque hay temor sobre cómo vayan a reaccionar los representantes de las víctimas y demás defensores de los derechos humanos. A ver.
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